jueves, 28 de febrero de 2013

Cuatro años de compromiso


En febrero de 2009 me afilié, por primera vez en mi vida, a un partido político. En aquel entonces las cosas iban de mal en peor y eso fue lo que me decidió a dar el paso. Estaba cansado de quejarme delante de una taza de café ante mis amigos y tome la determinación de acercarme a una sede de UPyD (que por entonces estaba en la calle Orense de Madrid) y afiliarme. Sin más. Sin conocer a nadie dentro del partido. Sin saber muy bien qué podía aportar.



Enseguida me di cuenta de lo mucho que había por hacer dentro de una organización tan joven y con tan pocos medios. Cualquiera con ganar de trabajar (gratis, se entiende) era bienvenido. En los primeros meses comencé colaborando en el área de comunicación. Al poco tiempo llegó mi primera campaña, las europeas de 2009. Fueron meses de novedades continuas. De trabajar sin parar. De acontecimientos que se sucedían. En noviembre de 2009 tuvimos nuestro primer Congreso al que tuve la suerte de asistir y en el que conocí a muchos compañeros. Luego los procesos de primarias internas, la elección de los órganos internos del partido tras el Congreso y más elecciones, las catalanas de 2010, de las que no guardo precisamente un buen sabor de boca y a las que acudí a echar una mano como apoderado.




2011 ha sido el gran año del partido, a pesar de que los resultados de las Municipales y Autonómicas no fueron los que me hubiesen gustado, lógicamente no lo digo por Madrid, donde los 8 diputados y 5 concejales en el ayuntamiento de la capital fueron un rotundo éxito. Lo digo por la cantidad de capitales de provincia y grandes ciudades donde una injusta ley electoral nos dejó fuera. 



El siguiente paso de gigante fueron las elecciones generales del 20 de noviembre de ese mismo 2011. Gracias a los 1.140.142 ciudadanos que eligieron la papeleta de UPyD se logró formar grupo parlamentario propio con  5 diputados. Una cifra inimaginable de votos para aquellos que llevan años tratando de desacreditar el proyecto.



En 2011 además comencé mi labor como vocal vecino en la Junta Municipal del Distrito de Puente de Vallecas. Un auténtico territorio comanche, la Junta no el distrito. Puente de Vallecas es el único distrito de Madrid donde el Partido Popular no ganó las elecciones municipales y después de conocer a la concejal que dirige el distrito he de afirmar que no me extraña. 



Pero esto no se para. 2012 ha sido el año de las elecciones andaluzas, asturianas, vascas y catalanas. En todas ellas el partido ha seguido creciendo. Lástima nuevamente la ley electoral que dejó sin voz en la Junta de Andalucía a los más de 130.000 ciudadanos que se decidieron por UPyD. En Asturias, Nacho Prendes entró en el parlamento como diputado. La campaña vasca merece una mención especial, ya que tuve el privilegio de participar en ella en primera persona coordinando un grupo de voluntarios llegados de toda España. 18 días sobre el terreno. Haciendo todo lo que un voluntario puede hacer en una campaña electoral, pegar carteles (pocos, porque es algo anacrónico y prácticamente testimonial, repartir propaganda, acudir a ruedas de prensa, colaborar en la organización de mítines en la calle... 

La experiencia de participar en política es gratificante, a pesar de que en los últimos meses he tenido que soportar como me llamaban, en los plenos de la JMD de Puente de Vallecas, populista, demagogo, ególatra, falto de entendimiento, sectario... y por último corrupto. Sí habéis leído bien. Corrupto. Como decía aquel, si ladran es que cabalgamos. El nerviosismo del PPSOE es brutal. Prueba de ello es la inquina con la que se ha atacado esta semana a Toni Cantó. Cada día que pasa ven peligrar con más fuerza el “chiringuito” que han montado en los últimos 35 años de democracia. Mes a mes las encuestas que ellos mismos cocinan les avisan de la quiebra del bipartidismo. Las elecciones en Italia son un espejo en el que mirarse. La irrupción de Beppe Grillo como tercera fuerza ha roto el juego de poder y por eso en nuestro país desde los medios “oficiales” demonizan el resultado italiano, con titulares como “salto al abismo”. Hay que dar la imagen que votar cualquier cosa que no sea PP o PSOE no solo es un voto tirado sino que pone en peligro al país mismo. Nada más lejos de la realidad. Una tercera vía no solo es posible, sino muy deseable.

El balance de estos años no puede ser más que positivo, pero no me puedo parar aquí, ni caer en la autocomplacencia. Habrá que seguir trabajando duro por el cambio necesario de este país.

PD: Gracias a todos los que me leéis y me apoyáis cada día en esta aventura.