jueves, 31 de enero de 2013

Corrupción en el PP

Estoy harto de la corrupción. No puedo más. Como puede ser que Luis Bárcenas, el hombre (por no llamarlo directamente sinvergüenza) que ha llevado las cuentas del PP desde el siglo pasado tenga 22 millones de euros en Suiza. Y lo peor no es eso. Lo peor es que el presidente de gobierno no haya salido a los cinco minutos en el telediario, en horario de máxima audiencia, diciendo que todo es falso. Si Rajoy ha cobrado, como parece, sobresueldos en efectivo no tendría más que enseñarnos su declaración de la renta, para ver si los ha declarado o no. Lo que no es de recibo es el silencio. Luis Bárcenas es, cuanto menos, un defraudador, pues señor presidente del gobierno HAGA ALGO, no nos vale con hablar de presunción de inocencia.

Luis Bárcenas ha sido el encargado de las finanzas del Partido Popular desde hace más de 20 años

Sabemos que Bárcenas tiene una cuenta en Suiza, que ha llegado a tener un saldo de 22 millones, porque el muy listo ya se ha preocupado de vaciarla cuando su nombre salió a relucir en el caso Gürtel. Sabemos que Luis Bárcenas no dio cuenta de ese dinero en su declaración de patrimonio, obligatoria para todos los cargos públicos y él fue senador, ni en su declaración de la renta, por lo tanto mintió (eso no es una valoración, es un hecho). También sabemos, por boca de su abogado, que Bárcenas regularizo 11 millones gracias a la amnistía fiscal. Lo que no sabemos de dónde ha salido el dinero, esta claro que no ha sido de su nómina. Eso son pruebas ciertas, a raíz de la comunicación realizada por el gobierno suizo, a petición de un juez español. Ahora que no nos hablen de presunciones y de que hasta que no dicte sentencia un juez y bla, bla, bla. La justicia no es independiente y los pactos con la fiscalía están a la orden del día para evitar sentencias condenatorias. ¿Duda alguien que en España la corrupción política es un mal endémico? ¿Duda alguien a estas alturas que Bárcenas es un sinvergüenza y un mentiroso?

Hoy me quiero centrar en el PP, aunque son muchos los partidos en los que la corrupción se ha generalizado (afortunadamente no todos, como afirmó en el Pleno del Congreso de 30 de enero de 2013, Soraya Sáez de Santamaría “todos tenemos casos de corrupción”). No voy a hablar del caso de Amy Martin, en la Fundación Ideas del PSOE, que es un esperpento de tal magnitud que dejaría por los suelos al propio Valle-Inclán (que ya quisiera haber cobrado lo que le pagaban a la tal Amy por escribir sandeces, concretamente 3.000 euros por sandez). Tampoco voy a tratar el pacto realizado por Unión Democrática de Cataluña con la fiscalía, para evitar condenas por el caso Pallerols (el propio Durán dijo que si se demostraba que había corrupción en su partido dimitiría), o los casos de corrupción en Convergencia, donde los hijos del muy honorable Pujol están metidos hasta el cuello (las concesiones de ITV, el Caso Palau, el 3%...). O la Casa Real, con Iñaki Urdangarin, el bochornoso “duque en Palma do”, como él mismo se definía firmando un correo.

Tenemos un presidente de gobierno timorato. Acostumbrado a dejar pasar el tiempo como estrategia para solucionar los problemas. Lo malo es que en muchas ocasiones esta estrategia solo agrava la situación y eso es exactamente lo que está pasando. Cada vez nos enteramos de más y más casos. No es que antes no le preocupase la corrupción a la población, pero está claro que mientras nos fríen a impuestos (subida del IVA y demás tasas municipales IBI, tasa de basuras...), sube la luz, el gas, el transporte público y para colmo nos bajan los sueldos, a los funcionarios directamente y al resto a través de la subida del IRPF.

Mariano Rajoy sigue sin decir nada
Esto tiene mala pinta. La última EPA ha situado el paro rozando los 6 millones y el primer trimestre de 2013 será desolador. Mientras la población sufre los rigores de la crisis la casta política no da precisamente ejemplo. Lo malo es que queda demasiado tiempo para las elecciones, porque en España la dimisión de un presidente del gobierno es algo impensable. Rajoy de debería haber dimitido ya, pero no lo va a hacer. De hecho no va a hacer nada. Cualquier persona con dos dedos de frente sabe para qué sirve una auditoría interna o externa (no hay más que recordar la solvencia con que Lehman Brothers superó todo tipo de auditorías antes de provocar la mayor crisis en el sistema financiero norteamericano desde 1929). Cualquiera se puede imaginar de qué sirve auditar las cuentas del Partido Popular, cuando estamos hablando de que Bárcenas apuntaba en un cuaderno, al más puro estilo decimonónico, las entregas en efectivo que hacía a la cúpula del partido y el dinero que le llegaba desde las empresas.  

Me gustaría terminar este artículo pensando que las cosas se van a arreglar. Que el Partido Popular va a hacer limpieza y van a sacar a la luz todas las irregularidades. Pero me temo que no va a pasar. Sólo me queda confiar en que los medios de comunicación hagan su trabajo y saquen los trapos sucios del PP y de todos aquellos partidos que se hayan financiado de manera ilegal. Ojalá suceda eso.