miércoles, 23 de marzo de 2011

Desastre nuclear en Japón

En primer lugar, quisiera hacer llegar mis condolencias a todo el pueblo japonés, por los más de 24.000 muertos que el desastre natural, terremoto de 9 grados seguido de un tsunami, de una magnitud desconocida, ha dejado en el país. Estoy seguro de que si esta misma catástrofe se hubiese producido en cualquier otro lugar del planeta, las cifras de muertos y desaparecidos se habría multiplicado por veinte (recordemos Indonesia).

Ahora hablemos de la segunda fase de la catástrofe y de la central nuclear de Fukushima.

Lo que ha sucedido allí demuestra lo difícil que resulta estar informado en España, aunque tampoco me ha consolado saber que en el resto de Europa sucede otro tanto.

Tras escuchar hablar al comisario europeo de la energía, Günther Oettinger, decir que el Apocalipsis iba a llegar, no pude menos que acordarme del inefable Francisco Arrabal, en un programa de Sánchez Dragó en los años ochenta… seguro que el señor, estaba tan borracho como Arrabal. Eso o algo mucho menos poético, simplemente estaba dirigiendo su mensaje al país más antinuclear de Europa, Alemania, metido de lleno en plena campaña electoral. 



Lo del sensacionalismo en los medios de comunicación no es algo nuevo. Lo que vende son las guerras, los asesinatos, las desgracias y si las desgracias son nucleares, las ventas de los diarios se multiplican exponencialmente al mismo ritmo que las audiencias de los informativos.


Saber lo que realmente está sucediendo en Japón es algo complicado. Si uno hace caso de los medios de comunicación españoles (u occidentales en general), el fin del mundo está a un paso y la nube radioactiva está llegando ya a las costas de California. Si me fío de las informaciones que me llegan directamente desde Japón, donde estuve hace tan solo cuatro semanas, la cosa está absolutamente tranquila, en Europa somos unos exagerados y no pasa absolutamente nada. Para las autoridades japonesas, la situación está controlada y no hay peligro para la población (aunque no fuera verdad, seguramente no podrían decir otra cosa).


Vayamos por partes.

Lo primero que quiero resaltar es la actitud del pueblo japonés ante la tragedia. Ni un solo robo. Nada de disturbios. No ha habido saqueos. Impresionante. En Chile, el año pasado, el ejército tuvo que salir a patrullar por las calles para evitar el pillaje. Y estamos hablando de Chile, un país desarrollado y con la segunda mayor renta per cápita de Hispanoamérica (por detrás de Uruguay). El caso de Haití es mejor ni mencionarlo. 

En segundo lugar, hay que destacar la ausencia de pánico. Los únicos que han huido han sido algunos occidentales, principalmente los turistas que estaban en la isla en el momento del desastre, ya que las personas con residencia en Japón han permanecido en su mayor parte en el país (el avión que fletó, muy tarde por cierto, España repatrió a 80 nacionales de los más de 2.000 que viven en Japón).

Entonces ¿qué está pasando? Pues seguramente un termino medio entre lo que me llega de mis amigos japoneses y lo que dice la prensa española. Lo del Apocalipsis nuclear me da risa. Me he entretenido en documentarme sobre los ensayos nucleares que se han hecho en el planeta desde la segunda mitad del siglo XX. Las cifras son para asustarse. Entre Estados Unidos, la Unión Soviética, China, y en menor medida Francia, Gran Bretaña, India, Pakistán y recientemente Corea del Norte se han detonado más de mil bombas atómicas. Más de cuatrocientas de esas explosiones se han realizado en superficie, liberando una radiación brutal. Hay zonas en el desierto de Nevada, en la gran Siberia o en atolones del Pacífico donde no me gustaría pasar ni en un avión a 10.000 metros de altura. Ante eso nadie nos decía que nos iban a llegar nubes radioactivas a California. Es más, en los primeros ensayos hay fotos (dramáticas vistas hoy) en las que se ve a miembros de las fuerzas armadas norteamericanas a escasa distancia (en una de ellas a 6 millas) de una explosión nuclear o bañándose en aguas del Pacífico horas después de haber detonado una bomba. A los que han hablado de los casos de cáncer en esos soldados y marineros, pocos les han escuchado. Me da en la nariz que esos ensayos liberaron mucha más radioactividad que cien Fukushimas juntas.

Prueba nuclear realizada por el ejército norteamericano en noviembre de 1951. Los soldados se encuentran a 6 millas de la explosión


Tampoco creo que haya que banalizar el problema. Lo de la central de Fukushima tienen muy mala pinta y lo más probable es que hasta que no pasen meses o quizás años no nos demos cuenta de la realidad del problema. No será hasta que pase el tiempo, cuando veamos las malformaciones con las que nacen los hijos de los que hoy han estado expuestos a esa radiación o se han alimentado con productos contaminados. Afortunadamente Japón no es la Unión Soviética de los años ochenta y hará todo lo humanamente posible para proteger a su población (cosa que no sucedió en Chernobil).

¿Por ello hay que estar radicalmente en contra de la energía nuclear? Pues depende. 

Una de las primeras preguntas que hice en Japón fue qué tipo de energía se utilizaba allí (ahora parece premonitorio). Me sorprendió que el único país que ha sufrido un ataque nuclear tuviese una dependencia tan alta de este tipo de energía. Más de medio centenar de centrales diseminadas por todo el país. Otra de las cosas que me sorprendieron (no las voy a enumerar todas porque fueron muchísimas) fue lo poco eficaces que son los japoneses en muchas materias. A mi, que he estado escribiendo durante años de coches, me costó creerlo. Las marcas japonesas de automóviles son excepcionales. Toyota ha alcanzado el número uno del mundo en ventas, en menos de una década, fabricando coches muy eficaces, especialmente sus híbridos, cuya tecnología está muy por delante de cualquier marca de la competencia. Pues bien, en todo lo que se refiere al consumo de energía eléctrica, en Japón parece que la regalan, por no hablar del aislamiento de las viviendas y como están climatizadas (algo que me recordó mucho a los Estados Unidos). Resulta chocante ver como los edificios están perfectamente preparados para resistir terremotos brutales y sin embargo el aislamiento térmico es decimonónico. ¿os habéis fijado como el tsunami arrasó barrios enteros mientras las infraestructuras se mantenían en pie (especialmente los puentes)? El hombre es cómodo por naturaleza. Si mi casa se me puede caer encima por un terremoto, la hago suficientemente resistente. Si tengo energía barata para calentarla / enfriarla, para qué me voy a complicar la vida aislándola.

Central nuclear de Fukushima tras el accidente


Con todo esto quiero decir que los japoneses se han acostumbrado durante décadas a pagar muy poco en el recibo de la luz y eso no es bueno. Es muy posible que con muchas menos centrales nucleares la calidad de vida de los japoneses no se resintiera y eso hubiese permitido ir retirando del servicio las plantas más antiguas, como es el caso de Fukushima que tiene más de 40 años de vida, aunque el precio de la energía lógicamente influye también en la competitividad de la industria y eso en Japón es clave.

Creo que la central de Fukushima, como otras tantas en Japón, es demasiado antigua y además está muy mal situada. ¿Cómo es posible que en el país del que proviene la palabra tsunami se construya una central nuclear al lado del mar? Quizás sea el momento de replantearse muchas cosas en Japón. Cerrar las centrales más antiguas y las que están situadas en lugares de especial riesgo, dar más importancia, o alguna, a las energías renovables y desde luego ser mucho más responsables en el consumo. De Japón tenemos muchísimas cosas que aprender, especialmente en lo que se refiere a la seguridad, la educación y el respeto, pero ellos también deberían aprender algo de fuera. A pesar del tiempo transcurrido desde la llegada del comodoro Perry en 1854 (año en el que Japón se empezó a abrir al mundo después de dos siglos y medio de aislamiento), el país del sol naciente sigue demasiado cerrado en muchas cosas, casi no se ven occidentales por sus calles (desde luego se ven muchísimos más orientales en Madrid, que occidentales en Tokio), y el japonés recela de lo que viene de fuera.

En estos momentos de dificultad resulta complicado declararse a favor de la energía nuclear. Pocos lo están haciendo en España y parece que es más una declaración de principios políticos, que de lógica económica. No me parece razonable que no se construyan centrales nuevas, mientras se prolonga la vida de las que tienen más de cuarenta años. 

A mi no me gustaría tener en frente de mi casa una central nuclear… pero tampoco me gustaría tener una cárcel, una refinería petrolífera, un cementerio o un campo de fútbol y son necesarios.

PD: Estoy convencido de que muchas cosas cambiarán tras esta catástrofe, pero Japón saldrá de esta crisis mucho mejor de lo que lo haría cualquier otro país del mundo

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