jueves, 31 de marzo de 2011

Comunicación política: Ana Pastor y el arte de la entrevista

La pasada semana vi a la misma periodista, Ana Pastor, hacer dos interesantes entrevistas de desigual resultado. Por ello, me ha parecido que merece la pena escribir este artículo.


El genero periodístico de la entrevista parece que está en franco retroceso. Al menos en lo que se refiere a la televisión y a España. Pocos son los programas (por no decir ninguno) dedicados íntegramente a entrevistas. Lo que si se hacen son entrevistas dentro de otros programas dedicados a otras cosas, como es el caso del programa de Ana Pastor, en el que también hay información y una tertulia... lo de las tertulias políticas mejor lo dejo para otro día. Afortunadamente en prensa escrita (y también en radio) se siguen haciendo cantidad de entrevistas.


La desaparición de CNN+ nos ha privado de programas como Cara a Cara, presentado por Antonio San José, en el que hacía entrevistas durante media hora a todo tipo de personajes de actualidad, no sólo políticos.

Pero centrémonos en las dos entrevistas objeto de este artículo. Por un lado, la realizada el pasado 23 de febrero a Alfonso Guerra, el diputado más veterano de la democracia, y la que hizo el 25 de marzo a Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid.

En primer lugar analizaré la entrevista de Alfonso Guerra. 


En ella nos encontramos con un político que está de vuelta de todo. Guerra no se preparó, ni por asomo, la entrevista. Fue al plató a pecho descubierto, con una actitud (véase como está sentado) casi desafiante. La entrevista fue de menos a más, aunque al principio la pregunta de porque Guerra no se mantuvo sentado en su escaño en el golpe de estado, no sentó muy bien al entrevistado (la entrevistadora le estaba llamando cobarde a la cara, al decirle que otros diputados no se tiraron al suelo). El clímax de la entrevista llega en el minuto 1.03.40. Ese momento es especialmente recomendable. La periodista engancha a su “presa” y el político, a pesar de que se trata de una pregunta muy evidente y que debería llevar una respuesta para ella, se enrroca y no contesta, dando además una imagen arrogante que en nada favorece a la imagen del político en cuestión y por extensión a la imagen de su partido. 



Otro detalle interesante que deberían tener en cuenta todos aquellos que se enfrentan a una entrevista televisiva es que las cámaras te pueden enfocar “incluso” cuando no estás hablando. Algunas miradas de Alfonso Guerra mientras escucha las preguntas le dejan en un mal lugar, desde el punto de vista de la comunicación no verbal.

Antes de pasar al siguiente ejemplo, quería hacer unos apuntes técnicos. Televisión Española siempre se ha caracterizado por tener profesionales excepcionales, pero también ellos meten la pata. En el minuto 57.15 el realizador debió salir a tomar café, porque durante unos segundos se le mete en plano una de las tertulianos que están en la mesa. Por el contrario, algunos de los planos que más me gustan son el “paneo” contrapicado del minuto 55 o en el minuto 1.07 en el que otro contrapicado destaca mucho la imagen de Guerra al estar sobre un fondo negro.

Hablemos ahora de Alberto Ruiz Gallardón.


Al césar lo que es del césar. Hasta ahora no me he callado en este blog a la hora de repartir estopa y cuando me ha tocado llamar mentiroso al alcalde, pues se lo he llamado (por supuesto aportando como prueba de ello sus propias palabras y la web del Ayuntamiento). Pero ahora toca elogiarle como “animal” político que es (en el mejor de los sentidos, no se me ofenda nadie).



El pasado viernes 25, Alberto Ruiz Gallardón pasó por los Desayunos de Televisión Española con los deberes hechos. Como detalle nos podemos fijar en los folios que llevaba preparados para las preguntas que le iban a llover (tras esta entrevista entiendo mejor a Ana Pastor cuando dijo que sentía debilidad por Esperanza Aguirre, porque al alcalde le atacó con todo). Gallardón se preparó la entrevista a fondo. Estoy seguro que le dedicó el tiempo suficiente y su equipo hizo un trabajo de documentación impecable para preparar a su jefe.


Muy al contrario de lo que sucedió con Alfonso Guerra, aquí la que perdió los papeles fue la periodista. La entrevista estuvo mal planteada casi desde el principio. Ésta derivo enseguida en cuestiones de política nacional más que local, algo extraño teniendo en cuenta que el que estaba en el plató era el alcalde de la capital de España y que en menos de dos meses hay elecciones municipales. No es que no me importe la opinión de Ruiz Gallardón sobre qué haría el Partido Popular si gobernase en España en temas como empleo, pensiones o recortes sociales, lo que pasa es que es mucho más interesante saber que haría si volviese a ser alcalde el próximo mes de mayo en aquellas cuestiones que son competencia del Ayuntamiento.

Entrevista a Alberto Ruiz Gallardón (la entrevista empieza en el minuto 42 del video)

El as que se guardaba en la manga la periodista para calentar la entrevista era un informe del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) y que saca a pasear en el minuto 59.40. Ana Pastor lee un párrafo del mismo y el alcalde la rebate de manera impecable. En vez de recular, la periodista se enrroca y sigue adelante. Gallardón no se achanta y suelta lo que lleva preparado sobre los kilómetros de metro construidos, la peatonalización de las calles, la apuesta por el trasporte publico… (con lo fácil que hubiera sido preguntar por el cambio de ubicación de algunas estaciones meteorológicas de la capital, curiosamente aquellas en las que se daban los índices más altos de contaminación, pero para eso la que se tenía que haber preparado más era la periodista). Para terminar esta parte de la entrevista diré que Gallardón aprovechó la ocasión para anotarse otro importante punto: el uso de las nuevas tecnologías. En plena entrevista el alcalde sacó su iPhone (minuto 1.02) y enseñó la aplicación en la que el Ayuntamiento informa sobre la calidad del aire. Por si alguien lo dudaba, Gallardón es un político 2.0 en toda regla. Sobre la entrega de las llaves de oro de la ciudad a Gadafi, Gallardón salió de la mejor manera posible, echando la culpa al gobierno central de la situación, al ser un acto protocolario que se hace con los jefes de estado y de gobierno que son invitados a nuestro país.

Si la intención de Ana Pastor era dar caña a Gallardón, creo el tiro le salió por la culata. Bajo mi punto de vista se notó de manera descarada la animadversión hacia el personaje y quizás por eso la entrevista le salió tan mal. Seguro que el alcalde ganó muchos votos tras esta aparición en la televisión pública, algo que claramente no era la inteción de Ana Pastor.









miércoles, 23 de marzo de 2011

Desastre nuclear en Japón

En primer lugar, quisiera hacer llegar mis condolencias a todo el pueblo japonés, por los más de 24.000 muertos que el desastre natural, terremoto de 9 grados seguido de un tsunami, de una magnitud desconocida, ha dejado en el país. Estoy seguro de que si esta misma catástrofe se hubiese producido en cualquier otro lugar del planeta, las cifras de muertos y desaparecidos se habría multiplicado por veinte (recordemos Indonesia).

Ahora hablemos de la segunda fase de la catástrofe y de la central nuclear de Fukushima.

Lo que ha sucedido allí demuestra lo difícil que resulta estar informado en España, aunque tampoco me ha consolado saber que en el resto de Europa sucede otro tanto.

Tras escuchar hablar al comisario europeo de la energía, Günther Oettinger, decir que el Apocalipsis iba a llegar, no pude menos que acordarme del inefable Francisco Arrabal, en un programa de Sánchez Dragó en los años ochenta… seguro que el señor, estaba tan borracho como Arrabal. Eso o algo mucho menos poético, simplemente estaba dirigiendo su mensaje al país más antinuclear de Europa, Alemania, metido de lleno en plena campaña electoral. 



Lo del sensacionalismo en los medios de comunicación no es algo nuevo. Lo que vende son las guerras, los asesinatos, las desgracias y si las desgracias son nucleares, las ventas de los diarios se multiplican exponencialmente al mismo ritmo que las audiencias de los informativos.


Saber lo que realmente está sucediendo en Japón es algo complicado. Si uno hace caso de los medios de comunicación españoles (u occidentales en general), el fin del mundo está a un paso y la nube radioactiva está llegando ya a las costas de California. Si me fío de las informaciones que me llegan directamente desde Japón, donde estuve hace tan solo cuatro semanas, la cosa está absolutamente tranquila, en Europa somos unos exagerados y no pasa absolutamente nada. Para las autoridades japonesas, la situación está controlada y no hay peligro para la población (aunque no fuera verdad, seguramente no podrían decir otra cosa).


Vayamos por partes.

Lo primero que quiero resaltar es la actitud del pueblo japonés ante la tragedia. Ni un solo robo. Nada de disturbios. No ha habido saqueos. Impresionante. En Chile, el año pasado, el ejército tuvo que salir a patrullar por las calles para evitar el pillaje. Y estamos hablando de Chile, un país desarrollado y con la segunda mayor renta per cápita de Hispanoamérica (por detrás de Uruguay). El caso de Haití es mejor ni mencionarlo. 

En segundo lugar, hay que destacar la ausencia de pánico. Los únicos que han huido han sido algunos occidentales, principalmente los turistas que estaban en la isla en el momento del desastre, ya que las personas con residencia en Japón han permanecido en su mayor parte en el país (el avión que fletó, muy tarde por cierto, España repatrió a 80 nacionales de los más de 2.000 que viven en Japón).

Entonces ¿qué está pasando? Pues seguramente un termino medio entre lo que me llega de mis amigos japoneses y lo que dice la prensa española. Lo del Apocalipsis nuclear me da risa. Me he entretenido en documentarme sobre los ensayos nucleares que se han hecho en el planeta desde la segunda mitad del siglo XX. Las cifras son para asustarse. Entre Estados Unidos, la Unión Soviética, China, y en menor medida Francia, Gran Bretaña, India, Pakistán y recientemente Corea del Norte se han detonado más de mil bombas atómicas. Más de cuatrocientas de esas explosiones se han realizado en superficie, liberando una radiación brutal. Hay zonas en el desierto de Nevada, en la gran Siberia o en atolones del Pacífico donde no me gustaría pasar ni en un avión a 10.000 metros de altura. Ante eso nadie nos decía que nos iban a llegar nubes radioactivas a California. Es más, en los primeros ensayos hay fotos (dramáticas vistas hoy) en las que se ve a miembros de las fuerzas armadas norteamericanas a escasa distancia (en una de ellas a 6 millas) de una explosión nuclear o bañándose en aguas del Pacífico horas después de haber detonado una bomba. A los que han hablado de los casos de cáncer en esos soldados y marineros, pocos les han escuchado. Me da en la nariz que esos ensayos liberaron mucha más radioactividad que cien Fukushimas juntas.

Prueba nuclear realizada por el ejército norteamericano en noviembre de 1951. Los soldados se encuentran a 6 millas de la explosión


Tampoco creo que haya que banalizar el problema. Lo de la central de Fukushima tienen muy mala pinta y lo más probable es que hasta que no pasen meses o quizás años no nos demos cuenta de la realidad del problema. No será hasta que pase el tiempo, cuando veamos las malformaciones con las que nacen los hijos de los que hoy han estado expuestos a esa radiación o se han alimentado con productos contaminados. Afortunadamente Japón no es la Unión Soviética de los años ochenta y hará todo lo humanamente posible para proteger a su población (cosa que no sucedió en Chernobil).

¿Por ello hay que estar radicalmente en contra de la energía nuclear? Pues depende. 

Una de las primeras preguntas que hice en Japón fue qué tipo de energía se utilizaba allí (ahora parece premonitorio). Me sorprendió que el único país que ha sufrido un ataque nuclear tuviese una dependencia tan alta de este tipo de energía. Más de medio centenar de centrales diseminadas por todo el país. Otra de las cosas que me sorprendieron (no las voy a enumerar todas porque fueron muchísimas) fue lo poco eficaces que son los japoneses en muchas materias. A mi, que he estado escribiendo durante años de coches, me costó creerlo. Las marcas japonesas de automóviles son excepcionales. Toyota ha alcanzado el número uno del mundo en ventas, en menos de una década, fabricando coches muy eficaces, especialmente sus híbridos, cuya tecnología está muy por delante de cualquier marca de la competencia. Pues bien, en todo lo que se refiere al consumo de energía eléctrica, en Japón parece que la regalan, por no hablar del aislamiento de las viviendas y como están climatizadas (algo que me recordó mucho a los Estados Unidos). Resulta chocante ver como los edificios están perfectamente preparados para resistir terremotos brutales y sin embargo el aislamiento térmico es decimonónico. ¿os habéis fijado como el tsunami arrasó barrios enteros mientras las infraestructuras se mantenían en pie (especialmente los puentes)? El hombre es cómodo por naturaleza. Si mi casa se me puede caer encima por un terremoto, la hago suficientemente resistente. Si tengo energía barata para calentarla / enfriarla, para qué me voy a complicar la vida aislándola.

Central nuclear de Fukushima tras el accidente


Con todo esto quiero decir que los japoneses se han acostumbrado durante décadas a pagar muy poco en el recibo de la luz y eso no es bueno. Es muy posible que con muchas menos centrales nucleares la calidad de vida de los japoneses no se resintiera y eso hubiese permitido ir retirando del servicio las plantas más antiguas, como es el caso de Fukushima que tiene más de 40 años de vida, aunque el precio de la energía lógicamente influye también en la competitividad de la industria y eso en Japón es clave.

Creo que la central de Fukushima, como otras tantas en Japón, es demasiado antigua y además está muy mal situada. ¿Cómo es posible que en el país del que proviene la palabra tsunami se construya una central nuclear al lado del mar? Quizás sea el momento de replantearse muchas cosas en Japón. Cerrar las centrales más antiguas y las que están situadas en lugares de especial riesgo, dar más importancia, o alguna, a las energías renovables y desde luego ser mucho más responsables en el consumo. De Japón tenemos muchísimas cosas que aprender, especialmente en lo que se refiere a la seguridad, la educación y el respeto, pero ellos también deberían aprender algo de fuera. A pesar del tiempo transcurrido desde la llegada del comodoro Perry en 1854 (año en el que Japón se empezó a abrir al mundo después de dos siglos y medio de aislamiento), el país del sol naciente sigue demasiado cerrado en muchas cosas, casi no se ven occidentales por sus calles (desde luego se ven muchísimos más orientales en Madrid, que occidentales en Tokio), y el japonés recela de lo que viene de fuera.

En estos momentos de dificultad resulta complicado declararse a favor de la energía nuclear. Pocos lo están haciendo en España y parece que es más una declaración de principios políticos, que de lógica económica. No me parece razonable que no se construyan centrales nuevas, mientras se prolonga la vida de las que tienen más de cuarenta años. 

A mi no me gustaría tener en frente de mi casa una central nuclear… pero tampoco me gustaría tener una cárcel, una refinería petrolífera, un cementerio o un campo de fútbol y son necesarios.

PD: Estoy convencido de que muchas cosas cambiarán tras esta catástrofe, pero Japón saldrá de esta crisis mucho mejor de lo que lo haría cualquier otro país del mundo

jueves, 17 de marzo de 2011

¿Y si Gadafi gana la guerra?

Llevo tiempo esperando a escribir este post. Básicamente porque quería ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. La situación es de lo más interesante (sin que esta palabra reste valor al desastre humanitario que se está produciendo desde hace semanas).

A muchos líderes europeos parece que se les había olvidado que Gadafi es un dictador y que durante muchos años ha financiado el terrorismo internacional


La diplomacia europea no existe. En teoría puede que sí. La laborista británica Catherine Ashton está al frente. Pero la realidad es que Europa no tiene una sola voz de política internacional. En momentos críticos cada estado tira para su lado, trata de arrimar el ascua a su sardina y olvidarse de que pertenece a una organización que se llama Unión Europea. Ya lo vimos con Alemania en la guerra de los Balcanes, cuando se adelantó al resto de la Unión reconociendo a Croacia y Eslovenia como estados. Aquello provocó dramáticas consecuencias.

Van Rompuy y Catherine Ashton representan la inoperancia europea en situaciones de crisis


Tras el éxito de las “revoluciones” en Túnez y Egipto, algunos políticos (europeos) optimistas creyeron que esto se extendería también a Libia y que Gadafi actuaría igual que sus homólogos Ben Ali y Mubarak abandonando el poder. 

Seguramente pensaron que haría lo que Zine el Abidine Ben Ali, el expresidente tunecino, que puso tierra de por medio a las primeras de cambio y se subió a un avión cargado, entre otras cosas, con 1.500 kilos de oro. Su destino: Arabia Saudita, un modelo de protección de los derechos humanos, que ya acogió en su día a personajes de la talla de Adi Amin.


Pero Gadafi no se rinde fácilmente. Los rebeldes comenzaron avanzando con rapidez desde el este y el oeste por la costa en dirección a Trípoli. Gadafi sacó a sus hijos a pasear, con entrevistas amenazadoras en televisión, y comenzó a reclutar mercenarios (algunas informaciones hablaban de sueldos de 1.000 euros diarios) subsaharianos de los sectores más marginales y capaces de vender su lealtad al mejor postor. No serán excepcionales combatientes, pero si que han sido suficientemente eficaces para sembrar el pánico entre la población. Con la ayuda de la aviación y la armada, no hay que olvidar que casi toda la población de Libia vive en una estrecha franja costera, el coronel ha ido recuperando terreno. Los rebeldes están quedando cercados en Bengasi o Tobruck (sólo el nombre de esta ciudad me evoca a los tiempos en que cambió varias veces de manos durante la Segunda Guerra Mundial, aquellos días de feroces combates entre Rommel y Montgomery).

Saif al-Islam Gadafi, hijo del dictador, ha cobrado protagonismo en esta crisis

La pregunta que ahora planteo es clara ¿y ahora qué? Estoy harto de un gobierno timoraro y una Unión Europea poco operativa. No se ha actuado en semanas y no tiene pinta de que se vaya a hacer mucho, todo lo más declarar una zona de exclusión aérea. Pero las guerras no se ganan en el aire y eso lo sabe Gadafi. Al final, la “fiel infantería” es la que ocupa el terreno y el ejercito, que mayoritariamente ha permanecido del lado del dictador (descontando a los desertores), acabará recuperando el terreno. ¿Y entonces qué haremos? Condenaremos la violación de los derechos humanos, lamentaremos las víctimas civiles, impondremos sanciones económicas a Libia (esto ya me suena) y bla, bla, bla… 

Gadafi ha agitado el fantasma del colonialismo para conseguir apoyos contra una intervención occidental


Gadafi ha jugado sus cartas de manera excepcional. Ha resistido cuando tenía que hacerlo. Ha masacrado a sus concidadanos cuando ha tenido oportunidad. Ha metido el miedo en el cuerpo a occidente con Al-quaeda y con oleadas de inmigrantes ilegales llegando en pateras a Italia. Ha manejado al mundo árabe con la idea de que una intervención occidental en su territorio sería una nueva forma de colonialismo. Ha tirado de agenda para poner de su lado a Rusia y China, países clave en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, además de aliados tradicionales como Irán (recomiendo la entrevista de Ana Pastor a Ahmadineyad), Venezuela o Corea del Norte. Y el resultado está ahí. Gadafi está a un paso de conseguir la victoria.


¿Dónde quedarán ahora las condenas de los gobiernos europeos? ¿Ha servido de algo que Francia reconozca a los rebedes como los interlocutores legales del pueblo libio? ¿es operativo tener un Consejo de Seguridad que pasado más de un mes aún no ha tomado ninguna determinación al respecto.

Lo peor de todo son los ciudadanos libios muertos para nada, a los que hemos abandonado a su suerte. De Europa sólo han recibido palabras vacías, un apoyo inútil que no ha servido para quitar de la silla a un cruel dictador. A la hora de la verdad, cuesta mucho que los gobernantes europeos tomen decisiones que pueden llevarnos a un conflicto abierto en un país lejano y que cuesten la vida a nuestros concidadanos (sin embargo cuando a alguien en la Casa Blanca se le antoja bien que invadimos Irak, Afganistan o lo que haga falta).

Trascurrido un tiempo razonable, para que la opinión pública deje de hablar de Libia (cosa que ya está sucediendo con la crisis de Japón), las empresas occidentales volverán a enviar a sus ingenieros al desierto a extraer el gas y el petroleo libio, nuestros políticos volveran a agasajar a Gadafi en recepciones estrafalarias (con jaima descomunal incluida  y despliegue de vírgenes) y las cosas volverán a ser como antes. 

Desgraciadamente en poco tiempo volveremos a ver imágenes como esta


Si eso es así… habremos dado una nueva lección de cinísmo político.

PD No me olvido de Japón. Mucho ánimo a mis amigos japoneses.

lunes, 14 de marzo de 2011

El metrobus y los coches oficiales

Oír al consejero de transportes de la Comunidad de Madrid decir que “el metrobus no existe”, en un pleno de la Asamblea de Madrid (y lo que es peor, ver como todos los diputados de su partido y los miembros del gobierno de Esperanza Aguirre le aplauden y jalean) es uno de los mayores despropósitos políticos que he visto en los últimos años.


Lo peor de todo es que no pasará nada. Ya ha dicho que es un lapsus linguae y punto pelota. Lo de asumir responsabilidades y dimitir se lo dejamos a otros; como el ministro de defensa alemán, que acaba de dejar su cargo porque plagió el 20% de su tesis doctoral –En España, sin embargo, le contrataría Ana Rosa como tertuliano estrella de su programa; y lo de que tu jefa te destituya por incompetente, pues tampoco, porque sería algo así como reconocer que ella misma, Esperanza Aguirre, es una incompetente por rodearse de tipos como este.



La distancia que hay entre nuestros políticos y la sociedad civil se está haciendo descomunal. Vale que el consejero de transportes, José Ignacio Echevarría, no tenga ni idea de lo que es un metrobús, que no haya cogido el transporte público (pagando) desde que tenía 15 años, pero por favor, que no se jacte de ello. Que no lo diga. Que no nos haga sentir al resto de los mortales como imbéciles porque no tenemos chofer y coche oficial.

José Ignacio Echeverría es Consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid

El despilfarro en estos coches en nuestro país es impresionante. Cualquiera que circule por el centro de Madrid una mañana de un día laborable se dará cuenta de la cantidad ingente de vehículos oficiales que se mueven por la ciudad. Está claro que tiene que haberlos. Un ministro se debe desplazar en coche oficial e incluso con escolta, pero ¿un concejal? No debería éste, que en teoría es el político que está más cerca de los ciudadanos, “bajarse al ruedo” y ver como funciona su ciudad, patearla, usar los trasportes públicos (como la EMT que depende directamente del Ayuntamiento). 

La cuestión de los coches oficiales tiene miga. El coste por vehículo supera los 3.000 euros mensuales, entre renting, combustible y el salario del chofer. Sólo la Comunidad de Madrid tiene (según el diario El Mundo) 77 vehículos, mientras que el Ayuntamiento de Madrid cuenta con 134 coches oficiales. A esto hay que sumar los coches de los demás ayuntamientos de la Comunidad y por supuesto los del Estado, que con la cantidad de ministerios que hay en la capital, no quiero ni imaginar la cifra de la que hablamos. Sólo los que dependen de la CAM y el Ayuntamiento, más de 600.000 euros al mes, o lo que es lo mismo, 7’2 millones de euros ¿nos lo podemos permitir? Sobre todo cuando el consistorio madrileño debe más de 7.100 millones de euros.


Si hablásemos de  esta cantidad, algo más de siete millones de euros al año, los políticos nos dirían la famosa frase de que esto es el “chocolate del loro”, pero personalmente, estoy harto de tanto loro.


Otra cuestión interesante sería aquello de dar ejemplo. Nuestros políticos, que están tan concienciados con el medioambiente, podrían utilizar coches híbridos (los eléctricos de momentos son demasiado pequeños) y contaminar menos, pero hasta la fecha, sólo el alcalde de Madrid tiene un Toyota Prius… que, por otro lado, casi no utiliza. Entre el resto abundan los Audi A6 o Peugeot 607. Pero de contaminación y ahorro de combustible hablaremos otro día.

PD Un abrazo fuerte a mis amigos de Japón

viernes, 4 de marzo de 2011

En qué país vivimos

Últimamente no lo tengo muy claro. Yo pensaba que España era un país que estaba en crisis. Que hacía falta liquidez para que nuestro sistema financiero no entrara en quiebra y especialmente para refinanciar a nuestras queridas cajas de ahorros, sin las cuales los políticos españoles perderían gran parte de su capacidad de mangonear y financiar sus partidos y sus costosísimas campañas electorales.

Digo todo esto por las rocambolescas medidas de reducción de gasto energético, que no sólo afectan a la velocidad en las autopistas y al consumo de combustible, sino ahora también al consumo eléctrico en edificios oficiales y carreteras. España es un país empobrecido y al que le hacen falta inversores. Por eso nuestro presidente se fue de gira al Golfo, concretamente al Pérsico, –esto hay que aclararlo tratándose de Zapatero– para traerse bajo el brazo 300 millones de euros de fondos de inversión controlados por el gobierno de Qatar (ahora del gasto extra en combustible para el Falcon para dormir una noche en Madrid, mejor no hablamos… que ahorren otros).


El presidente voló desde Abu Dhabi a Madrid y al día siguiente desde la capital a Túnez, para pasar una noche en casa. 20.000 litros de combustible extra que, por supuesto, pagamos entre todos


Lo que me ha dejado completamente con la boca abierta ha sido la visita del presidente a Túnez. Pues no va y dice que le vamos a prestar a los tunecinos 300 millones de euros en los próximos tres años. La cifra suena a güasa. 300 millones. Serán los mismos 300 millones que invertirán los qataríes. De verdad que esto se nos va de las manos. Es como cuando tenías diez años y tu padre te daba la paga el domingo para toda la semana y a los quince minutos volvías con todo el dinero “invertido” en chuches. Pues esto es lo que parece que le ha pasado a Zapatero, ha conseguido 300 milloncitos en Qatar y cual trilero (lo quito lo pongo, donde están los 300 millones) se los presta a Túnez, para fomentar aquella memez de la Alianza de Civilizaciones.

Como me gusta el protocolo. El jeque recibe a nuestro presidente en chanclas.


Y como siempre a cambio de nada. Esto no lo digo yo. Lo dice la mejor ministra de Asuntos Exteriores que tenemos, en una entrevista hecha por Concha García Campoy. A cambio de nada. Somos tontos, porque ya me cansa eso de que nos llamen Quijotes. Aquí tenemos que apretarnos el cinturón hasta la extenuación y nuestro presidente a soltar pasta como si se la regalasen. Una semana tuvieron que esperar algunos de nuestro compatriotas en Libia cuando empezó el jaleo (los que no tuvieron la suerte de trabajar para Repsol, que fletó un avión para traerles), abandonados a su suerte por nuestra embajada, cuando ahora nos enteramos que de nuestro presidente ha enviado un avión para establecer un puente aéreo entre Libia y Egipto para repatriar refugiados.


Si todo esto está muy bien, lo de ayudar al prójimo y todo eso, pero es que en nuestro país 2.844 personas se apuntaron al paro cada día hábil de febrero. 2.844 cada día. Cada día. ¿Y nosotros prestando dinero a Túnez? Mejor dicho a su gobierno. A un gobierno interino, no lo olvidemos, un gobierno que no está avalado por las urnas, porque mientras nuestro presidente estaba allí, surgieron rumores de golpe de estado (igual Rubalcaba estaba sudando la gota gorda por el marrón que le podía caer encima, como presidente en funciones, si a Zapatero le pillan en medio del fregado).

Tengo una amiga que trabaja en un organismo internacional. Por supuesto fuera de España. Hablaba con ella hace unos meses y me contaba la consideración que tenemos en este tipo de organismos los españoles. La lectura es que somos unos primos. Triste pero cierto. Siempre estamos los primeros para dar y nunca pedimos nada a cambio. El único organismo internacional importante que tiene sede en España es la Organización Mundial del Turismo y en ella apenas trabajan españoles y, desde luego, ninguno en su dirección. 


Yo pensaba que mi amiga Blanca exageraba, pero cuando el año pasado vi al presidente de Haití, a las 24 horas de producirse el terremoto, escuché la prueba de la evidencia. España fue el tercer país donante en Haití después de Estados Unidos y Francia. Rene Preval, al que se le había caído (casi encima) su residencia y su palacio, declaraba a la CNN que no sabía donde iba a dormir esa noche. En esa entrevista dio las gracias a ocho países por la ayuda recibida. Nada menos que ocho países citados uno a uno y ni siquiera nombró a España. Por no recibir nada a cambio, no recibimos ni las gracias. 



Blanca me contaba que cada vez que se pide a un país ayuda o inversión para un proyecto, sea el país que sea, Noruega, Francia o Suiza, lo primero que pide son contraprestaciones. Para empezar, que alguno de sus nacionales dirija el proyecto o que ocupe un puesto clave. No es casualidad que con la escasa población que tienen naciones como Suecia, Finlandia, Dinamarca, Islandia… tengan funcionarios del más alto rango repartidos por todo el mundo en misiones internacionales de todo tipo. Mientras nosotros a seguir ejerciendo el papel de Quijotes, que parece que se ajusta tan bien al carácter de algunos políticos.

martes, 1 de marzo de 2011

110 km/h


Empiezo a preocuparme. Este gobierno ha conseguido que me contradiga en menos de una semana. El tiempo que ha pasado desde que mi amigo Gali me decía que me meto en todos los berenjenales al escribir en este blog y yo le respondía que no iba a hablar de coches (diez años, pensaba yo, son suficientes).

Hay que empezar a acostumbrarse a no pasar de 110. Ya nos han avisado de que todos los radares se adaptarán a la nueva velocidad para multar más y mejor
Pues bien, cual Zapatero en acción, he cambiado de opinión, “obligado” eso sí por la inefable medida del gobierno, consistente en reducir la velocidad en autovías y autopistas a 110 km/h. No me puedo callar. Es que es muy fuerte y encima comparto la opinión de Fernando Alonso, conduciendo a esa velocidad la gente se dormirá al volante… debo estar fatal para pensar lo mismo que el piloto de Ferrari.

Algo me debe estar pasando para que yo piense lo mismo que Fernando Alonso...


Me parece discutible y fácilmente rebatible la cuestión del desmesurado ahorro que propone el gobierno con tal medida (la mayor parte del tráfico no se produce en las autopistas y además gran parte éste tráfico es profesional, camiones y autobuses, que no cambiarán su limitación). Para hay algo más importante: ¿porqué me tiene que decir el gobierno en qué tengo que ahorrar? ¿es que la gasolina o el gasoil están subvencionados y por lo tanto el gobierno no está dispuesto a gastar más de la cuenta en esas subvenciones? Más bien lo contrario. La mayor parte del precio que los consumidores pagamos por el carburante son impuestos, con lo cual el gobierno está encantado con el consumo.

Todo esto no son más que fuegos artificiales, una medida extravagante más orientada a no hablar de lo que de verdad importa, 4,7 millones de parados (hasta que el dato de paro de febrero los deje cortos). Otra rueda de prensa de Rubalcaba, seguida de estúpidas declaraciones de José Blanco, que llamó freakis a los que no apoyaran la medida, y contradeclaraciones poco afortunadas de miembros del PP. 

José Luis Rodríguez Zapatero en Qatar. ¿Qué les habrá ofrecido a los líderes de Emiratos Árabes, demócratas de toda la vida, para que inviertan en España 300 millones de euros? Seguro que les habrá hablado de la posibilidad de "exportar" la ley de igualdad


Ni siquiera esta vez se han molestado en decir que la reducción de la velocidad máxima era para evitar accidentes o disminuir las muertes en carretera, algo difícil de sostener, mientras en Alemania no hay límites en muchas autopistas y la mortalidad es mucho menor que la que se produce en las carreteras españolas. Es simplemente para ahorrar. Entonces, ¿por qué no limitan directamente la velocidad máxima de los coches? Esto no solo es técnicamente posible, sino que es sencillísimo y baratísimo. Una simple modificación en la centralita electrónica y listo. Si de verdad el gobierno tuviese como objetivo que ningún coche en España sobrepasase los 110 km/h, los coches nuevos se venderían limitados. Pero entonces… los coches de mayor cilindrada (por los que más impuestos se paga) no se venderían, aunque en realidad, si el gobierno quisiera reducir el consumo de carburante, no tendría más que prohibir este tipo de coches (o penalizarlos con más impuestos) y así se reduciría notablemente el consumo y de paso las emisiones de CO2. O si quisiera tirar por el camino de no prohibir (a lo que se está acostumbrando este gobierno del PSOE) y si por el de incentivar, podría favorecer las ventas e coches híbridos o eléctricos, quitándoles el impuesto de matriculación o reduciendo su IVA.

Pero nada de esto va a suceder. Si tenemos dependencia energética del exterior, construyamos más centrales nucleares (en lugar de prolongar la vida de las ya obsoletas existentes), como están haciendo en Francia, a la que compramos electricidad, o Alemania, países que nuestro gobierno nos pone infinidad de veces como ejemplo… cuando le interesa. Por cierto, como allí los límites de velocidad son superiores, el gobierno ahora nos habla de Suecia, Estados Unidos o Gran Bretaña, como países progresistas… como si en Estados Unidos los límites de velocidad se hubieran impuesto para ahorrar energía.


Y para colmo ahora vienen con lo de “vamos a bajar a la mitad el consumo eléctrico en carreteras”, reduciendo en la misma proporción la iluminación en la red vial. ¿alguien se ha parado a pensar el peligro que esto conlleva? ¿Cuantos accidentes se producirán por la escasa visibilidad? Parece que ahora eso no importa.

Yo seguiré haciendo preguntas como ¿Cuándo salimos a la calle? ¿A qué esperamos? ¿Vamos a seguir consintiendo con todo lo que nos impongan, aunque no tenga el menor sentido?. De momento seguiré escribiendo lo que pienso, para aquellos a los que les interese.

Al menos nos queda un consuelo, pequeño, pero consuelo al fin de al cabo: ya queda menos para las elecciones municipales y autonómicas de mayo.