miércoles, 10 de noviembre de 2010

Y ahora Bush dice: “Yo no quería”

Cada día que pasa me divierto más escribiendo pero es que lo que pasa en el mundo es de traca. Pero como se le ocurre al pazguato de George W. Bush decir en el libro que acaba de publicar y que seguro que le ha escrito un negro (en el sentido literario del plagio, no en el afroamericano), que él no quería invadir Irak.

George W. Bush en una imagen oficial como 43º presidente de los Estados Unidos

 


Lo peor de todo es que seguramente tiene razón. Pero como no pintaba absolutamente nada en el gobierno de su país, su amiguito Dick Cheney, el multimillonario que de verdad tomaba las decisiones, le debió decir algo así: “venga George, que vas a salir la mar de bien en la tele con tu chupa de aviador en la cubierta de un portaaviones nuclear. Tenemos una misión que cumplir”.

 

Lo malo es que la guerra de Irak ha sido más larga que la Segunda Guerra Mundial… y esto todavía no ha terminado, a pesar de lo que nos cuentan. Esta guerra no se produjo por el petróleo. No nos equivoquemos. De hecho todavía Irak no produce, ni de lejos, los barriles que producía en época de “Satán José Luis” (el copyright es de Gomaespuma, no es mío). Lo que Estados Unidos necesitaba desde el final de la Guerra Fría y la Primera Guerra del Golfo era “mover” su industria armamentística, uno de los motores de la economía norteamericana.

 

Como digo, desde que acabó el peligro rojo y cayó el muro, perdió todo el sentido la construcción y desarrollo de grandes “máquinas de guerra”. Ya no hacía falta que la industria siguiese investigando para desarrollar nuevos y mejores submarinos nucleares capaces de arrojar sus misiles más lejos, EEUU ya tenía los mejores. No era necesario que se investigasen nuevos aviones más rápidos y con más autonomía, los suyos eran los mejores y nadie tenía capacidad de hacerlos mejor (ya veréis como dentro de poco nos empiezan a hablar de los chinos). Para qué querían los norteamericanos más y mejores portaaviones, si ya tenían la flota más poderosa del mundo, ¿entonces?. La máquina no se podía parar. Hacía falta una guerra y además fácil, rápida y con pocos muertos, que quedan muy mal en la tele (en época de Bush se prohibió retrasmitir por televisión la llegada de féretros en los aviones que venían de Irak). Unos cuantos millones de dólares para reactivar la industria, aunque sólo fuese en consumibles. El coste medio por soldado desplazado a Irak por año ronda el millón de dólares, teniendo en cuenta que el contingente rondaba los 150.000 hombres, echad cuentas. No todos son cabezas nucleares.

 

Se preparó el terreno desde el punto de vista mediático (nada ha cambiado desde el hundimiento del Maine en la Habana en febrero de 1898). Que si Sadam es malo malísimo. Que si mira lo que les hizo a los kurdos, a que se lo hizo en la guerra contra Irán (1980-1988) y nosotros les vendimos el armamento y los gases… bueno de eso no se acordará nadie, total también se lo vendimos a los iraníes (caso Irán/Contras). De hecho estoy tan convencido de que esto es así, que pienso que los norteamericanos ya se estaban preparando su siguiente intervención, Sudán (¿recordáis el bombardeo a una fábrica de medicamentos y la campaña en los medios?). Pensaban que la guerra sería corta y que la industria armamentística tendría con Irak, sólo para ir tirando.


Pero algo salió mal o no tanto, desde el punto de vista de la industria. A corto plazo los planes se cumplieron. En semanas y con poquísimas bajas se controló un país de tamaño medio y sobre todo plano. Ideal para el movimiento de tanques y los ataques aéreos. Con lo que no contó nadie en el Pentágono, y si alguien lo pensó, no se le escuchó, fue con la postguerra.

 

Unos cuantos miles de norteamericanos muertos, pero sobre todo más de 100.000 civiles asesinados en atentados continuos y, para colmo, la losa de las torturas y vejaciones a prisioneros son el balance de esta guerra.

 

Lo de las armas de destrucción masiva un “chiste” tan malo, como que los españoles volamos el Maine. Al menos de eso el Congreso de los Estados Unidos pidió perdón, aunque casi un siglo después.

 

Tras la invasión de Irak vivimos en un mundo mucho más inseguro. El final de la Guerra Fría no nos ha traído la tan ansiada paz y estabilidad mundial (que nadie se equivoque no digo que la guerra fría fuera buena… ni Sadam Hussein tampoco). Y de eso la culpa la tiene un solo hombre, aunque ahora quiera rehabilitarse. El que tenía, legalmente, la capacidad de declarar la guerra. Su nombre: George Walker Bush. 

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